Este juego de ingenio se lo propuso un maestro zen a un joven aprendiz budista.
El maestro quería entrar en nirvana durante 15 segundos exactos. Quería que el aprendiz le avisara cuando entrar en trance, y cuando salir. Para ello, tenían 2 cuerdas que se quemaban exactamente en 1 minuto. Pero no lo hacían de manera uniforme, ni de manera igual. Es decir, quizás una cuerda empezaba quemando muy rápido, y acababa quemándose muy lentamente, y la otra al revés, etc. En definitiva, lo único que se sabía de cada cuerda era que, en total, se quemaba en 1 minuto.
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